martes, enero 21, 2014

¿Cómo funciona la fábrica de mentiras de los negacionistas del cambio climático en España?

Durante la última década ha calado en la opinión pública la idea de que los científicos mantienen severas discrepancias acerca de la existencia del cambio climático, o de si, en caso de existir, este está originado por la quema de combustibles fósiles a partir del inicio de la Revolución Industrial (S. XIX). Para ello ha sido muy importante el papel jugado por periodistas y comunicadores especializados en negar el cambio climático. Son los llamados negacionistas.
En España los negacionistas se agrupan en torno a la Fundación FAES y al Instituto Juan de Mariana, y publican frecuentemente en una conocida página web de información. ¿Qué estrategias han seguido para generar la impresión de que existen dudas sobre un tema respecto al que hay una relativa unanimidad de opiniones en la comunidad científica?. A lo largo de los últimos años, desde la Asociación Globalízate, especializada en divulgación científica para el cambio social, hemos detectado algunas de ellas.
Tal vez la estrategia más básica haya sido la de cuestionar la autoridad científica de forma más abierta. Los científicos publican sus resultados en revistas indexadas, es decir, adscritas a sistemas que verifican su calidad y les conceden un índice de impacto en función de la trascendencia de sus artículos. La página web objeto de nuestra atención y otros sitios negacionistas citan frecuentemente estudios elaborados por expertos que trabajan para think tanks o fábricas de ideas financiadas por el capital privado con el objetivo de promover estados de opinión favorables a sus objetivos empresariales. Por ejemplo, en Febrero de 2005 la pagina web objeto de nuestra atención publicó una reseña sobre un estudio crítico con la gráfica del Palo de Hockey (1). Dicha gráfica, obtenida por el climatólogo Michael Mann, muestra que el incremento en la concentración de CO2 en la atmósfera que se ha producido desde el siglo XIX en adelante no tiene precedentes en los últimos 1000 años de historia. Pues bien, el autor de dicho artículo crítico, Stephen McIntyre, adscrito a la Universidad de Toronto (Canada), trabaja para el George Marshall Institute, especializado en negar el cambio climático y financiado entre otras empresas por la petrolera Exxon Mobile (2). Cuando leamos una noticia sobre un trabajo científico acerca del cambio climático una de las primeras cosas que debemos preguntarnos es quién o quienes son los autores del mismo y de que tipo de institución proceden.
Otra estrategia frecuente es la de centrar la atención en una investigación y en un resultado concreto dentro de la misma que parece cuestionar la existencia del cambio climático o su origen en la actividad humana. A continuación, se basan en estas pequeñas discrepancias para poner en la picota la legitimidad de líneas enteras de investigación respaldadas por cientos de trabajos. Recientemente, en la página web objeto de nuestra atención apareció una reseña sobre un artículo publicado en la revista Science en el que se habían reconstruido las temperaturas de las aguas de profundidad intermedia del Océano Pacífico (3). Uno de los resultados del trabajo sugería que el periodo cálido medieval y la pequeña edad de hielo habían sido eventos globales, como sostienen los negacionistas. El trabajo también indicaba que el incremento en el contenido en calor del Océano Pacífico entre 1955 y 2010 no había tenido precedentes en los últimos 10.000 años. Sin embargo, centrándose tan sólo en el primero de los resultados, el autor de la reseña generaba la falsa impresión de que las conclusiones de aquellos trabajos que indican que el cambio climático está provocando un aumento en la temperatura de los océanos eran erróneas (4). Nada más lejos de la realidad.
La reseña anteriormente mencionada (3) contiene un magnífico ejemplo de otra estrategia de manipulación; obviar datos que no aparecen en el texto de los trabajos pero sí en las gráficas. En la Figura 4 y en la Tabla S3 del artículo original podía verse como el calentamiento del océano Pacífico es 15 veces más rápido en la actualidad que en ningún otro momento de los últimos 10.000 años, hecho que los propios autores del trabajo reconocen en una entrevista. Este dato, sin embargo, no aparece redactado como tal en el texto del artículo, por lo que el autor de la reseña aprovechaba para afirmar que no estaba en el estudio.
Tal vez la forma más burda de manipulación sea la distorsión gráfica de figuras. Por ejemplo, en el artículo de Stephen McIntyre en el que se criticaba la gráfica del Palo de Hockey (1) aparecía una gráfica que mostraba el aumento en la temperatura media global entre los años 1400 y 2000 comparando los resultados de este último con los de Michael Mann. En dicha gráfica podía observarse que el aumento en la temperatura media global en los años 1400 y 1500 había sido mucho mayor según McIntyre que según Mann, lo que sugería la existencia de periodos cálidos distintos del actual, lo que sugería que el calentamiento global podía no estar ocasionado por la actividad humana. A pesar de ello, según la gráfica de McIntyre, el aumento en la temperatura media global en 1400 y 1500 había sido menor que el actual. Pues bien, en la página web objeto de nuestra atención los picos de incremento de ambos años fueron aumentados gráficamente para que fueran mayores que el pico actual (2). Este hecho fue denunciado por la asociación Globalízate en la Federación de Asociaciones de Periodistas de España.
En otras ocasiones se interpretan algunos de los resultados de los trabajos de forma confusa y se redactan conclusiones falsas a partir de los mismos. En muchos artículos científicos aparecen infinidad de cifras, y la lectura rápida y poco cuidadosa que a veces hacemos de los mismos puede llevarnos a interpretaciones erróneas. Por ejemplo, el 27 de Agosto de 2009 en la página web objeto de nuestra atención apareció una reseña sobre un trabajo publicado en la revista científica Ecology Letters acerca del avance de las líneas de arbolado en 166 zonas de montaña de todo el mundo a consecuencia del calentamiento global (5). Según este trabajo, entre 1900 y 1977 el aumento medio de la temperatura en los 166 emplazamientos del estudio había sido de 0.013 ºC por año, es decir, de menos de un grado en el conjunto del periodo. Ello les sirvió para afirmar que los resultados de este trabajo contradecían las previsiones del IPCC de aumento de la temperatura media global hasta 2030 en 2 o 3 ºC. Dicha conclusión es falsa, porque en primer lugar, obvian el aumento de la temperatura entre 1977 y la actualidad en las zonas objeto de estudio, no calculado por el trabajo. Dicho aumento puede no haber seguido la misma progresión que entre 1900 y 1977. Por otra parte, desde un punto de vista estadístico, es inexacto comparar los datos referentes a 166 localizaciones con las estimaciones del IPCC para el conjunto del planeta (6).
Otra manipulación habitual es la de cuestionar los resultados de un trabajo si estos no incluyen afirmaciones rotundas, con una certidumbre plena. Por ejemplo el estudio sobre el avance de las líneas de arbolado entre 1900 y 1977 afirmaba que dicho avance se había producido en un 52% de los mismos, lo que sirvió a los articulistas de la página web en cuestión para titular la nota que escribieron sobre este artículo Los árboles tampoco se creen el cambio climático. Como aseguró la autora del trabajo en un correo dirigido a Globalízate, las líneas de arbolado habían avanzado a consecuencia del aumento de las temperaturas, pero no de la forma en la que los científicos habían previsto. Y ello era debido a otros factores que podían estar influyendo en aquel fenómeno (6). En Ciencia se trabaja mucho con el concepto de significación estadística, que indica la probabilidad de que un hecho concreto no ocurra debido al azar, si no a los factores que según una determinada hipótesis de trabajo pueden haberlo originado. Los científicos rara vez afirman que algo esté ocurriendo con una certidumbre plena, si no que es altamente probable que esté ocurriendo. Este hecho es desconocido por muchos lectores, excesivamente habituados a los juicios de valor verbales y a la mezcla entre información y opinión que caracteriza a parte importante de los medios de comunicación españoles. Si los resultados de una investigación indican un hecho determinado con un amplio grado de probabilidad, es legítimo darles total credibilidad.
Aunque todas estas estrategias de manipulación resultan bastante evidentes cuando se acude a las fuentes originales, la mayor parte de los lectores no hacemos esto mismo, o lo hacemos tarde, y entonces la confusión ya se ha producido. Por burdas que resulten, las triquiñuelas que hemos descrito cumplen un importante papel, generar dudas en la sociedad y retrasar de forma indirecta la acción política frente al cambio climático antropogénico. Por fortuna, la actitud de los científicos conscientes de su labor, y la de los periodistas dirigidos a informar, y no generar estados de opinión favorables a determinados intereses privados, han sido hasta el momento sobradamente fuertes frente a estos engaños. Esperemos que lo sigan siendo.
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